el eco de tu voz

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Bajo tu mirada el campo cambia

Bajo tu mirada el campo cambia

el paisaje empieza a transformarse

en un paisaje que recuerdas y que ahora

se confunde con éste

 

bajo tu voz las palabras modifican sus contornos

el mundo gira levemente

la luz es otra

 

yo, inmóvil, callo

trato de oír el eco de tu voz que rebota dibujando los objetos

acecho en tus ojos el reflejo del mundo que contemplas

 

Isabel Fraire

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El tiempo escribe

 

El tiempo escribe su atardecer en el aire

Vuela una nube naranja

en el paisaje

el cielo imita las alas de los pájaros

un gajo de silencio

se desprende

 

La tarde crece como árbol de minutos

frutos de nuestro sueño compartido

un instante de luz

para los días desmemoriados

 

Cabemos en su dicha

Porque nos vamos

en el misterio de su forma

la música deja huella

en este ser atardeciendo

 

El café huele a pensamiento

leo en una taza tu recuerdo

la noche se guarda como un licor

aprendo de ti

ir en un lápiz como las palabras

oír una nube donde habla la lluvia

 

el regreso vuelve a nuestra orilla

el tiempo escribe

en este instante

nuestro camino

 

Mariángeles Comesaña

 


otra vez

and how I wish you were here…


the last one

despedida

Don de Heráclito

Pero el agua recorre los cristales
musgosamente :
ignora que se altera,
lejos del sueño, todo lo existente.

Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego.
al incendiar el aire hecho de fuego.
Fuego es el mundo que se extingue y cambia
para durar (fue siempre) eternamente.

Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:

Soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible en donde entraba
(y no lo hará jamás, nunca dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.

Y fue el olor del mar: una paloma,
como un arco de sal,
ardió en el aire.

No estabas, no estarás,
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y entre mis palabras
(tanto más mía sporque son ajenas):

El mar es agua pura ante los peces
y nunca ha de saciar la sed humana.

José Emilio Pacheco


each thing exactly represents itself

luz

Al lis truth

 

O ME, man of slack faith so long!

Standing aloof—denying portions so long;

Only aware to-day of compact, all-diffused truth;

Discovering to-day there is no lie, or form of lie, and can be none, but grows as inevitably upon itself as the truth does upon itself,

Or as any law of the earth, or any natural production of the earth does.

 

(This is curious, and may not be realized immediately—But it must be realized;

I feel in myself that I represent falsehoods equally with the rest,

And that the universe does.)

 

Where has fail’d a perfect return, indifferent of lies or the truth?

Is it upon the ground, or in water or fire? or in the spirit of man? or in the meat and blood?

 

Meditating among liars, and retreating sternly into myself, I see that there are really no liars or lies after all,

And that nothing fails its perfect return—And that what are called lies are perfect returns,

And that each thing exactly represents itself, and what has preceded it,

And that the truth includes all, and is compact, just as much as space is compact,

And that there is no flaw or vacuum in the amount of the truth—but that all is truth without exception;

And henceforth I will go celebrate anything I see or am,

And sing and laugh, and deny nothing.

 

Walt Whitman

 

 

 


horizonte

mar

 

Una carta de amor

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

 

Julio Cortazar


después de la lluvia

pies baño

 

Quererte cuando llueve
Establecer nuestro lecho de espumas
en medio de una selva de aguas ágiles
Ruborizar el verde corazón de la lluvia
Tomar por nuestra cuenta el cumplimiento
de su latido atomizado
Autorizar su delirio de errancia
Querernos sin palabras junto a su rito absorto
Guardar para sus dedos ateridos un fuego
Caldear una piedra de amor bajo la lluvia
Querernos cuando llueve para que llueva a gusto
Que sea el lecho el arca y perder el timón
y que nos deje solos la lluvia y se despliegue
No escucharla no verla dejarla ir a lo suyo
Que llueva sólo lluvia que sólo el amor ame
Su garra pura selle los sitios y los límites
Hable la casa intacta con las aguas enteras.

 

Tomás Segovia


el amor y el deseo

dorado amanecer

 

Al final del amor está el amor.

Al final del deseo está la nada.

El amor no tiene comienzo ni fin.

Él no nace, resucita.

Él no encuentra, reconoce.

Él se despierta como después de un sueño

donde la memoria ha perdido las llaves.

Se despierta con los ojos claros

y se dispone a vivir su jornada.

Pero el deseo insomne muere con el alba

después de haber luchado toda la noche.

 

Algunas veces el amor y el deseo duermen abrazados.

En esas noches se ven la luna y el sol.

 

Liliane Wouters, traducción de Valeria Guzmán para Círculo de Poesía

 


lenta desaparición

1

 

2

 

3

 

20140518_105850

 

Entonces verá acaso
En una prodigiosa ligereza del tiempo
La doble suspensión
De su doble antiquísimo extravío

Tomás Segovia. Fragmento.


ojoespejo

ojorosa

 

Espejo

.

Hay una noche,

un tiempo hueco, sin testigos,

una noche de uñas y silencio,

páramo sin orillas,

isla de yelo entre los días;

una noche sin nadie

sino su soledad multiplicada.

 

Se regresa de unos labios

nocturnos, fluviales,

lentas orillas de coral y savia,

de un deseo, erguido

como la flor bajo la lluvia, insomne

collar de fuego al cuello de la noche,

o se regresa de uno mismo a uno mismo,

y entre espejos impávidos un rostro

me repite a mi rostro, un rostro

que enmascara a mi rostro.

 

Frente a los juegos fatuos del espejo

mi ser es pira y es ceniza,

respira y es ceniza,

y ardo y me quemo y resplandezco y miento

un yo que empuña, muerto,

una daga de humo que le finge

la evidencia de sangre de la herida,

y un yo, mi yo penúltimo,

que sólo pide olvido, sombra, nada,

final mentira que lo enciende y quema.

 

De una máscara a otra

hay siempre un yo penúltimo que pide.

Y me hundo en mí mismo y no me toco

.

Octavio Paz